1 cebolla dulce grande
1 diente de ajo
2 tomates rojos medianos
1 hoja de laurel
2 cucharadas de vino tinto
pimienta negra, blanca y verde (de molinillo)
2 ramitas de hierbabuena
1 poquito de tomillo y romero
1 ramita de perejil
½ cucharadita de comino molido
1 pastilla de caldo
sal
4 cucharadas soperas de aceite de oliva
2 guindillas cayenas
Elaboración:
Vamos a empezar por los caracoles:
Si se tiene posibilidad de poder disfrutar de caracol de campo,
ideal, y si además podemos ser nosotros mismos los recolectores de
tan preciado molusco, mejor que mejor.
Al menos, a mi, así me lo
parece entre otras cosas por lo agradable de un paseo por el campo y
disfrute de los olores a tomillo y romero que nos ofrece el hábitat
de estos gasterópodos.
Si por el contrario optamos por comprarlos, el mercado nos ofrece una
gran variedad de caracoles y tamaño para comprarlos a nuestro gusto.
Para limpiarlos y purgarlos:
Utilizaremos un recipiente amplio, por ejemplo un escurridor, y este
dentro de una fuente que nos permita poner un poco de agua sin que
llegue a inundar el escurridor, incorporando un platillo con harina
blanca que a lo largo del proceso habrá que reponer un par de veces;
echo lo anterior, vaciamos los caracoles y tapamos el escurridor con
una tapa de ventilación poniendo encima un cuenco invertido de barro
para evitar que se den a la fuga los caracoles.
Así los tendremos un
par de días o hasta que veamos que las hebras de caca son sólo
blancas señal evidente de que sus intestinos están limpios.
Hacer
esta operación de limpieza es importante para eliminar posible
presencia de sustancias tóxicas que pueden haber ingerido en su
habitat.
Es bueno saber que la operación de purgado es única y
exclusivamente para eliminar, como he apuntado antes, de los
intestinos del caracol restos de posibles alimentos tóxicos para
nosotros y en ningún caso para eliminar la baba como con frecuencia
se cree.
Una vez terminada la purga procederemos a lavarlos, para ello en un
escurridor los pondremos bajo el grifo y eliminaremos toda la
suciedad, a continuación los pasaremos a un recipiente con agua,
con una cucharada de sal y una de vinagre y los removeremos durante
unos minutos al cabo de los cuales procederemos a aclararlos con
abundante agua, los dejamos escurrir y, mientras, ponemos a fuego muy
bajo, una olla con agua, pizca de sal, una hoja de laurel y añadimos
los caracoles.
Este paso es muy importante, se trata de engañarlos
para que quede su cuerpo fuera de la concha para que resulte más
fácil comerlos al extraerlos una vez cocinados.
Por ello este
proceso ha de hacerse con el agua mínimamente caliente y cuidando
que los caracoles no se nos escapen de la olla que debe permanecer
destapada en todo momento.
Una vez los caracoles estén “asustados”, apartamos del fuego la
olla y en un escurridor los lavamos al chorro del grifo y los
reservamos.
Punto álgido de la elaboración de estos deliciosos caracoles en
salsa.
La salsa:
En una cacerola procederemos a hacer un sofrito con la cebolla, el
ajo, y los tomates, añadiremos las dos cucharadas de vino tinto y,
una vez evapore un poquito, añadiremos dos vasos de agua, dejamos
hervir y trituramos con la batidora.
Hecho lo anterior, puesta la
olla al fuego añadimos las especias (pimienta, comino, pimentón...),
añadimos también la hiderbabuena, romero, tomillo, la pastilla de
caldo, sazonamos de sal y dejamos hervir unos diez minutos.
Incorporamos los caracoles una vez comience la ebullición ajustamos
de sal y dejamos cocer, a fuego medio, unos diez minutos.
Probamos y ajustamos finalmente de sal y listos.
Sugerencia:
Estos caracoles ganan sabor consumiéndolos de un
día para otro.
Comentarios
Me quedo en tu blog que me ha gustado.
Un saludo. Con sabor a huerto blogspot.com